Premio Nacional de Fotografía en 1994 y Premio
Nacional de Artes Plásticas en 1995. Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968. |
Claudio
Perna 20/20
Conmoción y emociones en Toques de Contemporaneidad, hoy con el
recuerdo de un artista venezolano único, cuya obra visionaria merece mayor
conocimiento y valorización por parte de
las generaciones actuales. Porque las anteriores ya lo hicieron.
En el premilenio y postdosmil, artistas
de distintas tendencias, comunicadores sociales y críticos de arte han
reconocido a Claudio Perna como un gran creador.
El mismo se consideraba esencialmente un
hacedor de imágenes, en constante desafío con la fotografía, cine super 8,
polaroid, transparencias, fotocopias, esculturas sociales, arte en vidriera,
proyectos para la utilización innovadora de espacios públicos –urbanos y rurales– y numerosas operaciones culturales en el marco de su arte social y pensamiento
global.
Era geógrafo y profesor universitario,
actividad que no le impidió convertirse en el pionero del arte conceptual en Venezuela. Fue el primero que
investigó, en el país, las posibilidades expresivas de su cuerpo directamente
con una máquina fotocopiadora, que le permitió crear impactantes autofotocopias
(Xerox art), en el propio
espíritu experimental del body
art de los años 70. Un trabajo muy importante.
Hoy podemos ver la significación de esas
autofotocopias, a la luz de nuevos conceptos asociados a las tecnologías
estéticas y de comunicación.
En 2017, cuando apenas comienza el
amanecer postdigital, esas acciones de Claudio Perna iniciadas en 1973, con su cuerpo pegado a la
fotocopiadora y el resultado artístico obtenido, serían consideradas –
guardando las distancias – como un paso
hacia la unión hombre-máquina, el gran reto de la sociedad del futuro,
impulsado por la llamada cuarta revolución industrial.
Esa revolución está “caracterizada por
una fusión de tecnologías que van
borrando las líneas de separación entre las esferas físicas, digitales y
biológicas” (Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, 2015).
Artista Visionario, pionero del arte conceptual
en Venezuela.
Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.
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Quiere decir que si Claudio estuviera
físicamente en este mundo, tal vez lo veríamos con un chip electrónico
implantado en un brazo conectado a una computadora, viajando por Internet, con
la mente puesta en la red, como lo han hecho
algunos científicos reales, humanos, no los de la ficción cinematográfica.
¿Se imaginan el poder de las imágenes que crearía?
Sea como sea, hay que reconocer lo
valiente y visionario que fue Claudio Perna al hacer las autofotocopias, porque
pudo superar los límites impuestos por la naturaleza –que él tanto respetaba– al lograr,
aunque fuera por unos segundos, la unión hombre-máquina. No se trata de
especulación teórica. Esto es singularidad,
otro gran desafío del siglo XXI.
A Claudio le fascinaba poder utilizar los medios –nuevos, viejos, los que estaban y los que vendrían–, utilizarlos a su manera.
Y eso de usar las tecnologías o los
conceptos de manera inusual, buscar otros ángulos, otras relaciones, conectar
las cosas de modo personal, es el ADN de
los creadores, de cualquier disciplina.
El hizo escuela. Formó a varios jóvenes
fotógrafos, organizaba eventos, exposiciones, reuniones de estudio, de trabajo,
intercambio de ideas.
Podían participar jóvenes insólitos, como solía llamarlos, outsiders, emergentes y consagrados, y
así daba a conocer las obras y el sentir de nuevos creadores. Con generosidad y
sin prejuicio.
Decía que él era “el artista no oficial reconocido por la oficialidad” ¿y qué mejor
reconocimiento que el Premio Nacional de Fotografía en 1994 y el Premio
Nacional de Artes Plásticas en 1995?
Podríamos seguir señalando cualidades de
Claudio Perna, pero a estas alturas del relato introductorio, nuestros queridos
lectores ciertamente se habrán preguntado:
¿Y
ese 20/20 por qué?
Ya deben tener una respuesta, pero a
medias. No se trata de una calificación académica (debería ser superior), sino de una evocación de 20 años, por partida
doble.
El primer 20 es por el vigésimo
aniversario del viaje de Claudio Perna a la eternidad (10/02/1997), a los 58
años, como la edad que tenía Warhol cuando se fue, también un día de febrero,
pero diez años antes (21/02/1987).
Con el otro 20 quisiera recordar –perdonen que hable en primera persona– las
casi dos décadas durante las cuales –en el marco de una amistad fraternal y
trabajo profesional– compartí con Claudio varias experiencias creativas en
fotografía y cine experimental super 8, investigaciones de la vanguardia
internacional, colaboración periodística, recorridos fotográficos por lugares
poco conocidos de Caracas y sus alrededores o de alguna región del interior de
Venezuela.
Sobre todo, compartí con él mucha, mucha
información relacionada con los nuevos códigos expresivos y de comunicación
vigentes en el pensamiento de mediados de los años 60 y 70: tiempos
prodigiosos, todo un crisol de energía creativa para los artistas. Pero ¿cómo
se conseguía esa información tan especial?
No había Internet en la época. Si bien
la red nació en 1982, tuvo su auge masivo en los 90. No había correo
electrónico, ni información online, redes sociales, streaming y todo lo que ofrecen los medios de ahora.
La información más novedosa había que
buscarla in situ, no en un site de cibercafé o con los teléfonos
inteligentes, como ahora, que todo está a la vista de todos en la santísima
Web. Antes había que buscarla directamente con los propios creadores.
Con Claudio compartí información de
arte, tecnología, comunicación, a través de textos importantes y de lo que vi,
lo que aprendí con los artistas que entrevistaba. También analizábamos grabaciones de audio, imágenes, catálogos
conseguidos en los viajes de estudio al exterior. Míos y suyos.
¿Saben algo que me atreví a hacer, por
esa actitud que siempre he tenido de andar compartiendo lo que aprendo, lo que
descubro?
Claudio Perna se autodefinía como “el artista
no oficial reconocido por la
oficialidad”. Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968. |
Les pedía a mis entrevistados que por
favor dedicaran el catálogo o alguna foto a un creador venezolano llamado Claudio Perna, quien
admiraba mucho sus obras. Eso fue hace 44 años.
Todos me complacían. Recuerdo a Viva –superstar de las películas de Andy Warhol en los 60, videoartista en los 70 y
pintora en la actualidad– cuando le estampaba su dedicatoria en una foto que yo misma había tomado después de la
entrevista.
Recuerdo también cuando en la Bienal de Venecia 1976, en el
Pabellón de Alemania, le pedí, nada menos que a Joseph Beuys que firmara su catálogo
para Claudio. Esa vez me sentía respaldada. Le expliqué a Beuys que en el año
anterior (1975) Claudio había participado con Charlotte Moorman en la
performance de su obra Infiltration
Homogen für Cello, en una playa del Mar Caribe, en Venezuela.
¿Cómo? ¡Eso mismo! ¿Sería una casualidad
o una feliz coincidencia? En todo caso, para ambos artistas y para mí fue algo
muy grato.
También conversábamos mucho sobre “arte
no convencional”, más allá de lo que salía publicado en mis columnas
periodísticas en el diario El Nacional(
7° Día, Papel Literario, Cuerpo E), que por supuesto siempre estuvieron
abiertas no sólo a los proyectos de Claudio Perna, sino también a las proposiciones
de los otros artistas emergentes.
Ahora ¿cómo contarles, en 2017, a los
lectores que en aquel tiempo ni siquiera habían nacido, tanta información
publicada, y las experiencias compartidas durante la era predigital, analógica o
como quieran denominarla?
La información de prensa de esa época
sólo se puede medio ver en microfilms que no ofrecen buena calidad. Los periódicos de Venezuela pasaron a digital a
finales de 1995 inicios de 1996.
A pesar de todo, he podido recuperar
algunas páginas originales que llevan impresos mis trabajos de los años 60 y 70 (algunos sobre Claudio) que
espero digitalizar y difundir.
En esta oportunidad, quiero rememorar
algunas de esas experiencias compartidas y decirles, por ejemplo, qué
significaba la fotografía para Claudio, cómo la hacía, qué pensaba él del arte
conceptual y del arte en general. O describirles algunos de sus proyectos
estelares.
De
las “fotos dirigidas” a las imágenes sin frontera
En 1967, esto es, hace medio siglo,
Claudio Perna trabajó en varias series de lo que él llamaba fotos dirigidas, con la participación de
Gladys Uzcátegui, profesora de fotografía de la Escuela de Comunicación Social
de la Universidad Central de Venezuela y de quien escribe.
Primera foto dirigida de Claudio Perna en el paisaje. Captada por Gladys Uzcategui, 1967. |
Claudio daba algunas indicaciones sobre
los encuadres (“desde esta piedra hasta aquel árbol”, por ejemplo) y nosotras
capturábamos la imagen en la que aparecía él.
Eran fotografías de la naturaleza, en
grandes planos generales, muy abiertos, donde la figura humana quedaba reducida
a un pequeño elemento en la inmensidad
del paisaje, cualquiera que fuese: boscoso, urbano, rural. Nunca doméstico.
Serie Naturaleza. Foto dirigida por el artista. Captada por Gladys Uzcategui, 1967. |
En el texto Fotografía conceptual, Claudio Perna ( 7° Día 23/07/1973) con impactantes imágenes desplegadas casi a página completa, gracias
al esmero de la diagramadora, Soledad Mendoza, en ese texto informaba que en
poco más de cuatro años sacó miles de imágenes
de la realidad objetiva y extraobjetiva: “fotos realistas, fotos mágicas
logradas directamente sin cámara, sin negativo. Fotos obtenidas con
distorsiones, superposición de positivo y negativo, exposiciones múltiples en
tiempos variados, empleo creativo de los
distintos lentes, texturas de papel y productos químicos, colorización a
mano, aplicación de calcomanías y cortes
en el papel que originaban nuevos volúmenes, sombras, vibraciones,
perspectivas insólitas, hermosas obras de arte conceptual”.
Foto sin cámara, con objetos traslucidos sobre el papel. Foto Claudio Perna, 1972. |
En su artículo Arte Conceptual – presente del mañana(7° Día 26/11/1972) el mismo Claudio señalaba la necesidad de
valorizar en su real dimensión las nuevas obras de arte que algunos calificaban
de “loqueras”. Verlas con una actitud nueva y una mente nueva. Decía que los
jóvenes saben lo que quieren y no se preocupan por aclarar sus
“loqueras”, que en ese nuevo arte los conceptos están por encima de los hechos
concretos.
Serie Fotos Dirigidas. El artista con la
profesora Gladys Uzcategui. Captada por Margarita D’Amico, Caracas 1967. |
“Es engendro de una aspiración más que
de una necesidad contundente. El arte conceptual es el arte de hoy para el
mañana. Es un lenguaje nuevo en busca de un alfabeto promisor (…) Sólo
partiendo del concepto, con sólida y desinteresada aspiración, alcanzaremos una
meta”.
A Claudio le gustaba escribir artículos
en la prensa. Yo con gusto los llevaba al periódico para su publicación. Varias
veces me acompañó, en calidad de fotógrafo, a entrevistas con personalidades
como McLuhan y Polanski. Solía intervenir con alguna pregunta. Sus excelentes
fotos salían bien destacadas, con el crédito correspondiente.
Roman Polanski, entrevistado por Margarita D’Amico en Caracas. Foto Claudio Perna, 1974. |
Una tarde quiso acompañarme a los
estudios de RCTV donde se grababa la telenovela “La Usurpadora”. Cual niño con
juguete nuevo se divirtió mucho con los actores e hizo un trabajo fotográfico
excelente, que apareció en la revista Kena
(19/08/1971).
Arte
de botiquín, las pinturas más vistas del país fue
otro de mis reportajes periodísticos con fotos realizadas por Claudio Perna (7° Día 29/06/1976).
La obra fotográfica de Claudio Perna ha
estado presente en mis publicaciones en muchas oportunidades, asimismo en
presentaciones y videos. Estudiantes tesistas de Estados Unidos me han pedido
información sobre su trabajo y a todos les mandé material.
Pintura Viviente para la película “Bolívar
Sinfonía Tropical” de Diego Rísquez. En el centro Claudio Perna. Foto Marietta Pérez, 1979. |
Claudio nunca quiso que le hiciera una
entrevista formal. Pero en los tiempos iniciales de la fiebre de las fotos
dirigidas, hace como cincuenta años,
permitió que se grabaran algunas conversaciones. Así que para una nota sobre Imágenes sin frontera, (7° Día 07/07/1974), con motivo de su
exposición de autofotocopias en Nueva York, rescaté algunos fragmentos en los que hablaba de las imágenes.
La fotografía conceptual, el arte conceptual era
para Claudio Perna “el arte de hoy para el mañana”. Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968. |
“Nos cuesta trabajo admitir que todo lo
que nos forma intelectualmente, de una manera u otra, procede de imágenes. A
fuerza de construir imágenes nos olvidamos de la Imagen. Se puede hacer
duradero lo fugaz y se puede hacer fugaz lo duradero. Soy incapaz de establecer
las fronteras de la imagen”.
“Al reproducir lo fugaz se eterniza la
permanencia del hombre. Aun sosteniendo durante toda la vida un punto de vista,
nada ni nadie deja de ser transitorio. Soy contradictorio, pero el
entendimiento exige prudencia. La prudencia que exige el entendimiento me hace
preguntarme si hay quien pueda establecer obligaciones”.
“Sólo el Arte obliga. El arte está
siempre por encima de las explicaciones, porque el arte no es un medio. El arte
es un fin. Arte es hacer. Hay quienes hacen arte y quienes conviven con él. El
lenguaje del artista es su trabajo. El lenguaje de quienes conviven con el arte
es la palabra”.
“El arte exige desnudez para podernos
vestir con más libertad. Una vestimenta no nos deja libres si se deja la
anterior. Dijo alguien que la cultura es una corona que nos ponemos en la
cabeza. Me aterra pensar que esa corona se vuelva un garrote vil. No hay
misterio que yo sea capaz de entender”.
“El arte no es un medio, es un fin, arte es hacer”. Claudio Perna, 1974. |
Hablaba mucho Claudio sobre arte,
escribía sobre arte y utilizaba palabras escritas en sus fotos, adentro,
afuera, de lado, intervenía toda una foto con palabras. La serie Bianca Jagger es una estrella, es un
ejemplo.
Y si de estrellas se trata, Claudio
Perna tuvo la oportunidad de participar en performances de Charlotte Moorman,
cellista estrella de la vanguardia artística internacional de los años 60 y 70.
Fue fundadora y realizadora del Annual
Avant Garde Festival of New York, que tuvo 15 ediciones hasta 1980.
Bianca Jagger es una estrella. Imagen intervenida por Claudio Perna, 1974. |
Y se presentó en Caracas, como Muntadas,
como McLuhan.
Pero esta historia merece un segmento aparte,
y aquí está.
Capítulo
Charlotte Moorman
Moorman, Muntadas y McLuhan tuvieron un
gran impacto en la vida artística de Claudio Perna. Ellos no llegaron a
Venezuela por arte de magia.
En esta ocasión sólo me refiero a la
primera “M” con la información de cómo fue.
Tuve la oportunidad de entrevistar a
Charlotte en Nueva York (Charlotte Moorman,
cello libre para un arte único, en 7° Día, El Nacional 20/05/1973) y deseaba vivamente que algún día ella
pudiera hacer sus performances en Caracas.
Ese día llegó en abril de 1975. Pocas
semanas antes se presentó la oportunidad de sugerirle a Sofía Imber la
realización de un Festival de Video Arte en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, en el que participarían Charlotte
Moorman y otros artistas internacionales. Tuve el honor de colaborar intensamente en el
concepto y realización de ese evento.
El Festival de Videoarte, con Charlotte Moorman y sus colaboradores venezolanos, significó un avance cultural en el arte contemporáneo de Venezuela. Foto Luciano Perna, 1975. |
Todo se dio como había sido previsto.
Vino Charlotte con su esposo Frank Pileggi y
Mr. Cello, hizo cinco performances de varios autores.
Para la ejecución de TV Bra for Living Sculpture, de Nam June
Paik, Charlotte me pidió que le consiguiera a un artista venezolano que pudiera
asistirla en la colocación del TV Bra. Tenía que ser una persona sencilla, de
pantalón y camisa “ningún dandy”, precisó. Claudio Perna era la opción
perfecta.
Fue así como se produjo el encuentro de
Claudio y Charlotte. Con feeling
inmediato, resultado excelente, una hermosa amistad y ganas de llevarla a
conocer algún paisaje del interior, pues ella había estado en Caraballeda en
años anteriores.
El creador venezolano asistió a Charlotte Moorman en la performance “TV Bra for livingsculpture”, de Nam June Paik, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Foto Pascual De Leo, 1975. |
Nos organizamos y un día (libre para la
cellista) partimos en carro hacía Tucacas, estado Falcón, con la esperanza de
grabar en video y filmar en Super 8. Llegamos al final de la tarde. Había poca
luz, pero igualmente se hizo lo que queríamos. Yo grabé en video y Claudio
filmó en Super 8. Fueron 3 piezas. En la de Joseph Beuys, Infiltration Homogenfür cello, participó Claudio Perna. Las otras
fueron ChamberMusic, de
TakehisaKosugi y un fragmento de Variaciones
sobre un tema de Saint Saensde Paik. En esta última Charlotte, en vez del
piano, estuvo acompañada por el sonido del mar.
En suma, Claudio participó en las performances
de Charlotte Moorman, en Caracas y en Tucacas y lo hizo con profesionalismo y
todo el mundo quedó satisfecho.
Lo que sucedió con la venida de Moorman (Festival con 58 mil
visitantes en 16 días); presencia de artistas internacionales y participación
de venezolanos, significó un avance cultural innegable en materia de arte
contemporáneo en nuestro país. No podía ser de otra manera.
Además, Claudio tenía experiencia en
materia de performance. Me gustaría contarles la que inventó para Expe 1, la película en Super 8 que
hicimos juntos en 1970, en su casa, hoy sede de la Fundación Claudio Perna. A lo mejor, será para otra oportunidad.
Por ningún motivo podría dejar de lado
los proyectos de arte conceptual. Uno de ellos quizás el más visionario de todos,
aún está en espera, desde 1979.
El
Domo de Reverón
El proyecto tiene una visión tan actual,
como si Claudio lo hubiera escrito ayer y no en
1979.
Hoy, casi finalizando la segunda década
del siglo XXI ese proyecto entraría en la categoría de estética espacial, uno de los nuevos paradigmas para la comprensión
del arte contemporáneo.
Fue Nikos Papastergiadis quien
popularizó ese concepto en 2004. El teórico de culturas digitales, profesor de
la Universidad de Melbourne, hablaba también, igual que Claudio, de museos sin muros, nuevas formas de
prácticas culturales, nuevas narrativas de espacios y desplazamientos. Decía que había que repensar
lo contemporáneo. Claudio ya había pensado en eso 30 años antes.
Pero veamos la proposición
conceptual de Claudio Perna en el año reveroniano (1979), directamente
dirigida al Presidente de la República a través de mi columna Sí y No. Llegó como una
obra de arte, con los sellos de actividad
docente, urgente, comisiones y una síntesis de lo que significaba Reverón
para él.
El Domo de Reverón, proyecto conceptual de Claudio Perna, en espera desde 1979. |
Para CP, Armando Reverón es LUZ + LUZ
NATURAL + (FOTO) +arte-vida + arte ecológico + diseñador + arte de objetos +
místico + mágico + arte animal + pintor + escultor + modelo + “otro” instrumento + “cámara
fotográfica” + action-painter + jeroglíficos + arquitecto espontáneo +
monocromo + hombre + artista + genio + loco.
El texto de la proposición dice así:
UNA
PROPOSICIÓN DE GEONAVEGACIÓN AL SEÑOR
PRESIDENTE
DE LA REPUBLICA
(Los geonautas confían en Presidentes
que van a Misa y a Museos y en la participación de la colectividad culta de la
sociedad, a las proposiciones de sus artistas).
En el Litoral Central – entre Camurí y
Anare – se extienden poco más de siete kilómetros de vía. A lo largo de una
estrecha faja de tierra: por un costado, un ancho horizonte, de curvatura
terrestre, separa y une AGUA y CIELO; por el otro, un hijo de los cerros que
Armando Reverón inmortalizara, en pintura, para el consumo. La cúpula celeste y
aérea recubre todos los elementos.
En tal espacio se ha gestado ya, desde
décadas, el germen de todo el arte contemporáneo universal de origen no
eléctrico. Esta categoría, compartida por claros y jóvenes artistas
conceptuales del país, me invita a esta proposición respetuosa:
- DECLARAR como “EL DOMO DE REVERÓN” a la tierra del Planeta, a la orilla del Mar Caribe, mar exótico de la cultura occidental, y, como su asiento, a la franja señalada.
- SALVAR a ese trozo del Planeta, en su sección venezolana, de la intervención destructiva de construcciones que atenten a la pureza del Domo de Armando Reverón y PERMITIR que los jóvenes venezolanos de siempre tengan días, años, y siglos reveronianos.
- PERMITIR que esa tierra venezolana, colonizada por España, La Guzmania y El Castillete, por el vaivén de las naves, entonces, SEA ESPACIO ABIERTO desde ahora a la reflexión, experimentación y encuentro de los hombres POST-ALFABÉTICOS que necesitan AIRE, AGUA y TIERRA PUROS para indagar, como sabios o como enfermos, en los meandros de la manifestación terrenal y celestial, el ARTE y su VIDA.
- SEMBRAR con uva de playa la costa con la ayuda de niños, jóvenes, y en especial, estudiantes de arte, artistas, fotógrafos, científicos, maestros y amantes de la naturaleza.
- EL PRIMER SIGLO REVERONIANO, dentro de diez años, nos muestre cuán lejos crecieron el Samán de Güere y la Ceiba de San Francisco, destinados a vivir largamente, más allá del cielo humano, y a unir, por el acercamiento del espíritu artístico, la fraternidad venezolana de todos los tiempos y procedente de todas las tierras.
Respetuosamente.
CLAUDIO PERNA
Artista
venezolano.
Publicado
en la Columna Si y No de Margarita
D’Amico, El Nacional, Cuerpo E
30/09/1979.
El
otro no se fue
En 1979 invité a Claudio a la Muestra de
Video del Festival de Caracas, en la que participaban artistas como Diego
Rísquez, Luis Villamizar, Carlos Zerpa, entre otros, con mucho éxito. Él no
fue.
En años posteriores aparecía,
desaparecía, reaparecía. Como siempre estaba concentrado en su trabajo que
llegó a ser cada vez más variado, más contundente, más poderoso.
Después no supe más nada de él hasta el
día 11 de febrero de 1997, cuando El Nacional publicó “El obrero del arte cerró la fábrica de la vida”. Firmado Rubén
Wisotzki.
Puede ser que ese obrero del titular
periodístico haya muerto, pero el otro no.
El Claudio Perna que está en mi mente y en los sentimientos de las personas que
lo conocieron y aprecian su arte, ése permanecerá.
Temístocles López, Diego Rísquez, Claudio Perna y Margarita D’Amico. Foto Luciano Perna, Caracas 1978. |
Porque tuvo la visión de hablarle a un
tiempo que no había llegado todavía: el siglo XXI. Y ustedes todos, amigos de
Toques de Contemporaneidad, son el siglo XXI.
Así que, como ciudadanos honorarios del futuro que ya llegó, ahora les toca a
ustedes conocer a los artistas visionarios del país, en su real dimensión. Hace
30–50 años, ellos dijeron e hicieron lo que otros están descubriendo ahora.
Si ustedes son creadores de verdad, deben estar conscientes de lo que hicieron
los demás y luego pegar el salto de sus
propios muros. No les queda otra.
Tal vez quieran saber más acerca de este
singular artista. Aquí sólo conté algunos momentos importantes de su trabajo.
Lo que personalmente vi, conocí, compartí, en una etapa prodigiosa de su vida.
En los años 80 y 90 no compartí
experiencias creativas directas con Claudio Perna. Creo que las que permanecen
en mis recuerdos, de las décadas anteriores, marcan el tono de lo que fue tan
genial artista, uno de esos que nacen cada 200 años.
Les digo que las emociones han sido
fuertes al recordarlo. No quiero finalizar este recuerdo sin preguntarme:
¿
Qué fue lo más gratificante?
Lo que más me ha gratificado en los años
de colaboración y amistad fraternal con Claudio Perna es que haya escogido mi
columna Sí y No (El Nacional, Cuerpo E) para proponer, en primera instancia, algunos
proyectos de arte conceptual,
particularmente El Domo de Reverón.
Me complace que el material informativo
publicado en mis escritos periodísticos y el que le envié para su archivo
personal, haya aportado alguna pequeña centella inspiradora a su trabajo, tan
válido hoy como lo fue en los años 70.
Ello reafirma que las ideas –no
importa de donde vengan– se pueden compartir, porque simplemente están allí,
para todos, flotando en el aire, a la espera de quien las atrape y sepa hacer
algo con ellas.
Agradezco las estupendas fotos que hizo
de mis entrevistas con McLuhan, Polanski y los reportajes sobre telenovelas y
arte de botiquín. También que me haya permitido tomarle algunas fotos en un
recorrido por La Pastora, en Caracas, hace cincuenta años, más o menos. A él no
le gustaba mucho que lo fotografiaran. En aquella época.
Recorrido por La Pastora. Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968. |
Le estoy altamente agradecida por haberme llevado a los talleres
de Alejandro Otero, Mercedes Pardo y Luisa Palacios.
Y super agradecida por darme la
oportunidad de disfrutar recorridos inimaginables por la geografía venezolana.
“¿ Te has fijado en cuantos tipos de verde tiene la vegetación de este país?
Hay que mirar el paisaje en su total amplitud y no fijarse en la ramita que
cayó en la carretera”.
Gracias, CP, y hasta el próximo
recuerdo.
Vínculos:
labohemiahipermediatica.weebly.com
(Fragmentos documentales de videoarte y
afines, realizados en Venezuela a partir de los años 70. Presentación PowerPoint Timeline de la imagen sintetizada)
En este mismo blog pueden leer la
entrevista a McLuhan con fotos de Claudio Perna, abril 2014.