miércoles, 10 de septiembre de 2014

Olafur Eliasson



Olafur Eliasson superstar del installation art

Cuatro cascadas monumentales en el centro de Nueva York;  un gigantesco “sol” – no tan circular – calentando la Tate Modern de Londres; toda la parte superior del Museo de Arte Aarhus en Dinamarca, ocupada por un paisaje de luz (arco iris panorámico en sección elíptica) y pare de contar.

Estas y otras instalaciones, igualmente estelares, no hacen sino ratificar el altísimo poder expresivo y de comunicación, que en las últimas dos décadas ha marcado el trabajo de Olafur Eliasson, hoy portador de una nueva e impactante obra: Riverbed.

Poster


Desde el 20 de agosto de 2014, hasta el 4 de enero de 2015, el insólito proyecto sigue transformando el Louisiana Modern Art Museum, al norte de Copenhague, en un paisaje fluvial, con toneladas de piedras y tierra, todo natural.

Así lo exigió “el artista que hace posible lo imposible”. Incluso la luz de día que viene del techo tenía que ser natural y el murmullo del agua que funciona por bomba.

La obra abarca mil metros cuadrados, repartidos en cuatro salas, y continúa a la salida del museo. Fue necesario abrir boquetes en las paredes, integrando interior y exterior.

Nada de qué extrañarse. El visionario creador – arquitecto, escultor de luz, diseñador, fotógrafo, constructor – que nació en la capital danesa en 1967, creció en Islandia (donde vivía su padre) y en Dinamarca (donde estaba su madre), no conoce límites para el trabajo, que realiza en su estudio de Berlín, con la ayuda de unos cuantos buenos amigos.

En 1995 se mudó a la vibrante capital de Alemania, donde no faltan los toques de contemporaneidad. Ahí tuvo las mejores oportunidades. Es una superestrella de la instalación como forma de arte y uno de los artistas más brillantes de la actualidad. También muy determinado y contundente las pocas veces que habla con la prensa, de su trabajo, esencialmente.

“No importa cuántas toneladas de piedras y de tierra hayan sido empleadas. Es importante lo que no se puede cuantificar”, declaró al programa Euromaxx Vida y Cultura en Europa transmitido por la Televisión Alemana Deutsche Welle, el 22 de agosto de 2014, con motivo de la pedregosa instalación.

¿Cómo se pueden cuantificar las reacciones de los visitantes de Riverbed?

Riverbed abarca mil metros cuadrados, integrando interior y exterior

Allá en el museo danés, los que se atreven a pasear por los cauces del río, tal vez se hagan más conscientes del mundo que los rodea. Algunos relatan que semejante escenario, por más frío que parezca, los invita a un momento de tranquilidad y reflexión, que buena falta hace en este mundo.

“Estamos en el mundo – comenta el artista con firmeza – y eso trae la responsabilidad de conocer el mundo. Si yo puedo acercarme al mundo mediante esta situación, me siento bastante bien. Tengo una gran confianza en el idioma que habla mi obra”. “Olafur Eliasson el artista de lo imposible”, reportaje de Angelika Lizius, en Prisma, por DW Deutsche Welle, 2 de septiembre de 2014.

Olafur Eliasson: "Tengo confianza en el lenguaje que habla mi obra"


Pero, ¿qué dice la obra del artista escandinavo?

¿Qué dice él mismo? ¿Qué transmite? ¿Qué comparte?

De entrada, Olafur Eliasson comparte energía, voluntad, sensibilidad y su gran pasión por recrear fenómenos de la naturaleza. Pasión por crear con el agua, en forma de nubes o hielo, por jugar con la tierra, fuego, madera, soles, arco iris, fotografiar montañas, glaciares, volcanes, refugios, siempre tomando inspiración en los paisajes arcaicos de Islandia, de donde vienen otros visionarios de la contemporaneidad musical: Björk y Sigur Rós.

 Contact is content 

Y por si fuera poco, celebra su pasión por la luz (natural y artificial), los fenómenos ópticos, espejos y sombras que dan cuerpo a sus instalaciones, en cuya ejecución trabaja un equipo de 70 personas “talentosas y generosas”: arquitectos, ingenieros, diseñadores, pintores, escultores, constructores, físicos, investigadores de arte y más.

En su estudio de Berlín también funciona, desde 2009, el Instituto de Estudios Espaciales, creado por él mismo.

Basta observar el video de la TV alemana para tener una visión amplia y certera de las obras en proceso de realización y su resultado final.

Vortex
Nada se oculta en la pieza acabada. Todo es transparente, no hay secretos, aún para los visitantes, que pueden darse cuenta de los soportes, tubos, la mecánica que la obra tiene en su interior. Hasta llegan a percibir una que otra lámpara de vapor de sodio que crea “la magia del sol” en la Tate londinense.

Hay una escultura de luz llamada Vortex, que según Eliasson es la más fotografiada y popular, lo cual le hace “mucha gracia” a él. Fue hecha para el vestíbulo de un edificio de Múnich. Debe pesar todas las toneladas del mundo. Sin  embargo, luce liviana, transparente soft, con triángulos de colores y remolinos que recuerdan composiciones geométricas de Vassily Kandinsky (1866 – 1944).

“En tiempos de Kandinsky – explica Olafur en el video – había una fuerte convicción de que el arte podía cambiar el mundo de una manera radical. Yo admiro eso, porque lo que tú haces en una obra es significativo. Es bueno que volvamos a esa convicción. Creo que Kandinsky estaba en lo cierto”.

Arte para la gente

Eliasson – que estudió seis años en la Real Academia Danesa de Bellas Artes (1989 – 1995) – también tiene razón cuando dice que el arte debe estar donde está la gente porque “tienes que crear algo para todos”.

Sus instalaciones han sido hechas no sólo para ser observadas, sino que invitan a participar. Siempre ocurre algo y hay mucho por descubrir.

“La obra cobra vida sólo con la gente, en un diálogo con los visitantes. No es que ofrece una nueva visión de la realidad – explica el artista –. Es que cada uno construye su propia visión. La percepción se vuelve acto consciente y creativo. Las obras tienen que ser vividas, experimentadas. Cada uno se mueve en ellas.

Hay pantallas, reflejos, sombras. Yo me veo a mí mismo observando desde otra perspectiva. Ayudan a entenderse a uno mismo. Me atrevo a tocar las sombras de otras personas, a acercarme a ellas sin tocarlas físicamente”.

El “sol” de Eliasson transformó la Tate Modern de Londres en un lugar acogedor

¡Toda una maravilla! Recuerda con orgullo que “el sol” de la Tate Modern, que en realidad se llama  The weather Project (2003 – 2004), fue visto y disfrutado por más de dos millones de personas.

“Todo el mundo quería ver el sol en la enorme sala. Se trataba de recrear un fenómeno natural por todos conocido: el sol, el cielo. Las personas se acostaban en el piso, observaban el techo, hacían cualquier cosa. De pronto ese lugar frío se transformaba en un lugar acogedor. Eso fue muy interesante”.

La audiencia, pues, tiene un papel importante. No por nada Eliasson antepone el pronombre posesivo “your” en varias de sus obras: Your rainbow panorama; Your sun machine; Your strange certainty still kept; Your now is my surroundings.

Your rainbow panorama, “la obra cobra vida sólo con la gente”

Otros, en cambio, se desviven por el “i”: iPhone, iPad, iTunes y yo, yo, yo… ¿Por qué será que a tanta gente le resulta difícil decir o decir nosotros? Pero ésta es otra historia.

Por nuestra parte, deberíamos seguir con más información acerca de Olafur Eliasson: más bío, lista de obras, publicaciones, premios, participaciones en bienales, pero eso lo encuentran en el website del artista.

A estas alturas del relato, es necesario tocar un par de puntos más. El primero es el tema de las instalaciones como formas de arte, de las que Eliasson es un gran protagonista, pero hay otros que hacen obras estupendas, de mucha diversidad. Explicaremos por qué las instalaciones son tan importantes en la contemporaneidad.

Studio Olafur Eliasson: Sense of space map


Segundo punto: el tema de los antecedentes. No pensarán que Olafur Eliasson es el único que ha puesto piedras en un museo, en un compromiso con la naturaleza, o que haya hecho magias con luces y colores. 

Antes de Eliasson existió el arte ecológico (earthworks), en múltiples variantes, el op art, el cinetismo, arte participativo, las innovaciones de los movimientos de vanguardia del siglo XX.

Es bueno conocer algunas referencias que ayudan a comprender la intensidad y la profundidad de las obras que nuestro personaje hace hoy. Porque su trabajo es realmente estelar, de ahí el título de este escrito.

Una última anotación: las imágenes referenciales de las obras y artistas mencionados en estos dos puntos pueden verlas en nuestras presentaciones del website http://www.labohemiahipermediatica.com/.

Vamos pues con el primer punto, porque “chose promise, chose due”, como dicen los franceses cuando quieren recordar que lo prometido es deuda.

La calle se convirtió en museo, con la instalación The New York City Waterfalls


Instalación: la quintaesencia del arte actual

La instalación o installation art constituye uno de los tres paradigmas, al parecer, imprescindibles para la comprensión del arte contemporáneo y para establecer nuevas categorías de análisis. De ellos hemos comenzado a hablar en entregas anteriores en este blog.

El primer paradigma que responde a la pregunta sobre qué es lo más esencial en el arte de hoy, lo más influyente, significativo, se refiere a las infoestéticas. Su mayor propulsor ha sido y continúa siendo Lev Manovich, con su lema el software es el mensaje. Pueden volver a leer nuestro texto respectivo del 7 de mayo de 2014.

El segundo paradigma es el que propone Boris Groys: la instalación como forma de arte.

Boris Groys, teórico de la instalación como forma de arte


El tercero es la estética espacial repensando lo contemporáneo, de Nikos Papastergiadis, teórico de culturas digitales, profesor de la Universidad de Melbourne, Australia, que trataremos en otra oportunidad.

Ahora, vamos con la teoría de Groys, que es importante, porque estamos hablando de operaciones culturales.

Él no ofrece una definición específica, porque no la hay. Se puede decir que la instalación es una obra de arte que integra el espacio como componente estético y que incluye todas las formas de arte contemporáneo.

Según Groys es “la forma líder en el marco del arte contemporáneo, en un contexto del aquí y del ahora (…) Todos los objetos colocados en una instalación se convierten en originales (aunque existan copias en la calle), porque es necesario ir a un museo, a una galería, un lugar público, para ver la instalación”. De repente la calle se convierte en un museo.






Por ejemplo, todas las piedras que están en la instalación Riverbed, de Olafur Eliasson, mientras estén ahí son objetos de arte. También los visitantes que forman parte de esa experiencia artística son considerados como obras de arte. Cuando la instalación es documentada en un video, se convierte en un inmaterial.

Boris Groys nació en Berlín Oriental. Profesor de filosofía e historia del arte, trabajó en el Centro de Artes y Medios de Karlsruhe y es profesor en el departamento de estudios rusos y eslavos de la New York University.

Autor, entre otras obras, de Art power, editada por MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2008; The Total Art of Stalinism, Princeton University Press, 1992.

Su teoría de la instalación como forma de arte está argumentada en el ensayo The Topology of Contemporary Art, publicado en la obra Antinomies of art and culture (Modernity, Postmodernity, Contemporaneity) de los editores Terry Smith, Okwui Enwezor y Nancy Condee. Duke University Press, Durham, 2008.

Hay muchísimos artistas que hacen instalaciones, pero no todas pueden considerarse tales. Acomodan las obras en un espacio y dicen que es una instalación…

“Debemos volver a creer que el arte puede cambiar el mundo”


Cuarteto sin igual

En los últimos años, se han destacado, entre otras, Refusal of time, del surafricano William Kentridge, uno de los artistas contemporáneos más importantes, quien en Documenta 2012 reconstruyó la historia de su país en un despliegue de pantallas, de un recio dinamismo.

Kentridge dice que hay que entender el mundo como un proceso y no como un hecho, comprender la gramática de la transformación.

En los años 70 Allan Kaprow, pionero de happenings y performances, nos decía, cuando lo visitamos en CAL ARTS (California Arts Institute, Valencia), que los artistas no tenían que expresar la naturaleza en su morfología, sino en sus fenómenos, en sus procesos.

¿Lo ven? Olafur Eliasson recrea la naturaleza en sus fenómenos y en sus procesos. ¡Bravo!

“Yo me veo a mí mismo observando desde otra perspectiva”. Olafur Eliasson

Ai Weiwei, “a control remoto”, ya que no puede salir de China, realizó su instalación de mil taburetes de madera en el Pabellón de Alemania, Bienal de Venecia 2013. Esos taburetes fueron recogidos entre familias chinas y encerraban en sí la historia y vida de todas ellas. Multiculturalidad.

Doris Salcedo, artista colombiana, comprometida con la responsabilidad social del arte contemporáneo, partió por la mitad la inmensa sala Turbin Hall de la Tate Modern de Londres (la misma del “sol” de Eliasson) con una fractura de 167 metros de largo, que comenzaba con una fisura y se ensanchaba hasta transformarse en un abismo. Buscaba testimonios y símbolos en cosas de desaparecidos. Muebles, sillas que se transformaban en sus memorias. Programa Art: 21, Film & Arts.

“Cada uno construye su propia visión. La percepción se vuelve un arte consciente y creativo”


Otra instalación prodigiosa de 2013, en plena calle, en varias ciudades del mundo, fue Slowdance (oda a la lentitud), de David Michalek, artista de Nueva York.

Sobre tres grandes láminas metálicas se proyectaban imágenes de danza elaboradas a cámara súperlenta, sin música, incorporando sonido de ambiente. La banda sonora la creaba el observador.
Imagínense: cinco segundos de danza llevados a diez minutos, para cada bailarina, captados por una cámara científica a tres mil fotogramas por segundo. Salen movimientos, gestos, colores, atmósferas y texturas nunca vistas antes.

Todas son instalaciones únicas, para orgullo de sus autores y asombro de los visitantes. En nuestra lista hay más de 50, entre las mejores, sin contar las de Olafur Eliasson que son unas cuantas.

Escultor de luz, diseñador, arquitecto, fotógrafo, constructor y también escritor

El segundo punto que queríamos tocar es el aporte de alguna referencia a los antecedentes del compromiso con la naturaleza por parte de los artistas: la pasión por las piedras, el agua, las luces, el color, participación emocional en las obras.

Gravity stairs, 2014. Leeum Samsung Museum, Seoul




Huellas de ayer y de hoy

Desde tiempos inmemoriales los hombres han dejado trazos y señales grabadas en piedras, de su paso por la Tierra: espirales, cuadrados, círculos, cruces, líneas rectas, curvas, torcidas, huellas de las actividades cotidianas de los seres. Y, claro está, muchas obras de arte.

En los años 70, ya en forma sistemática, los artistas comenzaron a intervenir la naturaleza, alterando paisajes, creando conciencia ambiental y planetaria. Antes también hacían trabajos con “paisaje en el paisaje” (Walter de María, Michael Heizer, Robert Morris). Obras ciclópeas, trasladando piedras que pesaban 61 toneladas. Se llamaban earthworks, land art, environmental art, arte ecológico.

Con rocas calizas, basalto negro y tierra, Robert Smithson (1938 – 1973) creó la Spiral Jetty, sobre el Gran Lago Salado de Utah, en 1970. Creatividad nómada, una aventura extraurbana de este pionero de land art, que murió en un accidente de aviación cuando iba a inspeccionar la obra.

El artista conceptual Dennis Oppenheim escribió con piedras, en plena naturaleza, la palabra poison que se distinguía desde muy lejos como la palabra “Hollywood”.

Christo (1935) quiso empaquetar la meseta del Auyantepuy en Venezuela, pero el proyecto finalmente no se dio. Empaquetó rocas, costas, murallas, puentes, parques. Hizo la cortina más larga del mundo (11,3 Km) Running Fence (1972 – 76) atravesando dos condados en el estado de California.

Al intervenirlo, el paisaje se renueva y llama la atención. La gente se fija en su belleza y lo cuida.


Hay muchos maestros de la luz, pero nadie con las oportunidades y la suerte de Olafur Eliasson

El argentino Nicolás Uriburi pintó de verde los canales de Venecia, el Sena, el Hudson, el Río de la Plata. Treinta kilos de sodio fluorescente lanzados al agua producían tres kilómetros de pintura efímera.

Con respecto al empleo de la luz, efectos ópticos y participación de los espectadores en las obras, el aporte latinoamericano ha sido significativo. No sólo está el argentino Le Parc que llegó a ganar la Bienal de Venecia, sino también los venezolanos Jesús Soto, Alejandro Otero, Carlos Cruz-Diez (que a los 91 años en 2014 sigue trabajando como si nada), Rubén Núñez, Juvenal Ravelo, Víctor Lucena, entre otros. Ellos calzan perfectamente con el tercer nuevo paradigma para la comprensión del arte contemporáneo, las estéticas espaciales, que trataremos en una próxima oportunidad.

El arte contemporáneo pone énfasis en la luz en todas sus modalidades. Anti Gravity Dance. Studio Eliasson

Hoy por hoy los artistas lumínicos están realizando instalaciones fantásticas.

Maurizio Nannucci, por ejemplo, ha hecho poesía concreta con la luz, instalaciones permanentes de 90 metros de alto en el parlamento alemán. Usa tubos de neón y no diodos de plástico. En cambio, los Points of light de Leo Villareal son generados a punta de Led (Light Emitting Diodes) y computadora.

Uno de los artistas de la luz, relevante, es James Turrell, quien al parecer ha tenido influencia en el trabajo de Olafur Eliasson. ¿Será por la experiencia de los cráteres?

Con la luz natural o artificial, Olafur Eliasson “hace posible lo imposible”

Actualmente se realizan festivales de luz, como Luminale en Frankfurt, con instalaciones ópticas y acústicas en busca de la luz del futuro, que generan sensaciones y realzan la arquitectura.

Obras de grandes diseñadores lumínicos que hacen juegos de sombras proyectadas sobre los visitantes están presentes en bienales, trienales (como la del Ruhr, en la que también estuvo Olafur Eliasson en julio – agosto 2014), cuatrienal de Dusseldorf y otras.

Hay programas lumínicos en estaciones de metro de varias ciudades europeas: efectos especiales en 3D concebidos por artistas, integrando luces, música y cine. Las muestras abundan.

Para todos ellos la luz es vida. Y Olafur Eliasson quiere mejorar la vida de los pueblos de África que no tienen luz. Por eso ha inventado una lámpara de energía solar que ha puesto a disposición del mundo. Es como un pequeño sol estilizado. También podría ser vista como una flor amarilla.


Ya miles de lámparas de energía solar llegaron a África y llegarán muchas más


Arte para la gente. Ya la lámpara viajó, por miles, a su destino. Hasta la próxima.


Videos




Vínculos
http://www.olafureliasson.net/
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http://www.labohemiahipermediatica.com/  (categorías vanguardias y presentaciones)