jueves, 16 de febrero de 2017

Claudio Perna

Premio Nacional de Fotografía en 1994 y Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995.
Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.




Claudio Perna 20/20


Conmoción y emociones en Toques de Contemporaneidad, hoy con el recuerdo de un artista venezolano único, cuya obra visionaria merece mayor conocimiento  y valorización por parte de las generaciones actuales. Porque las anteriores ya lo hicieron.

En el premilenio y postdosmil, artistas de distintas tendencias, comunicadores sociales y críticos de arte han reconocido a Claudio Perna como un gran creador.

El mismo se consideraba esencialmente un hacedor de imágenes, en constante desafío con la fotografía, cine super 8, polaroid, transparencias, fotocopias, esculturas sociales, arte en vidriera, proyectos para la utilización innovadora de espacios públicos –urbanos y rurales– y numerosas operaciones culturales en el marco de su arte social y pensamiento global.

Era geógrafo y profesor universitario, actividad que no le impidió convertirse en el pionero del arte conceptual en Venezuela. Fue el primero que investigó, en el país, las posibilidades expresivas de su cuerpo directamente con una máquina fotocopiadora, que le permitió crear impactantes autofotocopias (Xerox art), en el propio espíritu  experimental  del body art de los años 70. Un trabajo muy importante.

Hoy podemos ver la significación de esas autofotocopias, a la luz de nuevos conceptos asociados a las tecnologías estéticas  y de comunicación.

En 2017, cuando apenas comienza el amanecer postdigital, esas acciones de Claudio Perna  iniciadas en    1973, con su cuerpo pegado a la fotocopiadora y el resultado artístico obtenido, serían consideradas – guardando las distancias –  como un paso hacia la unión hombre-máquina, el gran reto de la sociedad del futuro, impulsado por la llamada cuarta revolución industrial.

Esa revolución está “caracterizada por una fusión de tecnologías  que van borrando las líneas de separación entre las esferas físicas, digitales y biológicas” (Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, 2015).




Artista Visionario, pionero del arte conceptual en Venezuela. 
Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.



Quiere decir que si Claudio estuviera físicamente en este mundo, tal vez lo veríamos con un chip electrónico implantado en un brazo conectado a una computadora, viajando por Internet, con la mente puesta en la red, como lo han hecho  algunos científicos reales, humanos, no los de la ficción cinematográfica. ¿Se imaginan el poder de las imágenes que crearía?

Sea como sea, hay que reconocer lo valiente y visionario que fue Claudio Perna al hacer las autofotocopias, porque pudo superar los límites impuestos por la naturaleza  –que él tanto respetaba– al lograr, aunque fuera por unos segundos, la unión hombre-máquina. No se trata de especulación teórica. Esto es singularidad, otro gran desafío del siglo XXI.

A Claudio le fascinaba poder utilizar los medios –nuevos, viejos, los que estaban y los que vendrían–, utilizarlos a su manera. Y eso de usar las tecnologías  o los conceptos de manera inusual, buscar otros ángulos, otras relaciones, conectar las cosas de modo personal, es el ADN  de los creadores, de cualquier disciplina.

El hizo escuela. Formó a varios jóvenes fotógrafos, organizaba eventos, exposiciones, reuniones de estudio, de trabajo, intercambio de ideas.

Podían participar jóvenes insólitos, como solía llamarlos, outsiders, emergentes y consagrados, y así daba a conocer las obras y el sentir de nuevos creadores. Con generosidad y sin prejuicio.

Decía que él era “el artista no oficial reconocido por la oficialidad” ¿y qué mejor reconocimiento que el Premio Nacional de Fotografía en 1994 y el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995?

Podríamos seguir señalando cualidades de Claudio Perna, pero a estas alturas del relato introductorio, nuestros queridos lectores ciertamente se habrán preguntado:



¿Y ese 20/20 por qué?

Ya deben tener una respuesta, pero a medias. No se trata de una calificación académica (debería ser superior),  sino de una evocación de 20 años, por partida doble.

El primer 20 es por el vigésimo aniversario del viaje de Claudio Perna a la eternidad (10/02/1997), a los 58 años, como la edad que tenía Warhol cuando se fue, también un día de febrero, pero diez años antes (21/02/1987).

Con el otro 20 quisiera recordar –perdonen que hable en primera persona– las casi dos décadas durante las cuales –en el marco de una amistad fraternal y trabajo profesional– compartí con Claudio varias experiencias creativas en fotografía y cine experimental super 8, investigaciones de la vanguardia internacional, colaboración periodística, recorridos fotográficos por lugares poco conocidos de Caracas y sus alrededores o de alguna región del interior de Venezuela.

Sobre todo, compartí con él mucha, mucha información relacionada con los nuevos códigos expresivos y de comunicación vigentes en el pensamiento de mediados de los años 60 y 70: tiempos prodigiosos, todo un crisol de energía creativa para los artistas. Pero ¿cómo se conseguía esa información tan especial?

No había Internet en la época. Si bien la red nació en 1982, tuvo su auge masivo en los 90. No había correo electrónico, ni información online, redes sociales, streaming y todo lo que ofrecen los medios de ahora.

La información más novedosa había que buscarla in situ, no en un site de cibercafé o con los teléfonos inteligentes, como ahora, que todo está a la vista de todos en la santísima Web. Antes había que buscarla directamente con los propios creadores.

Con Claudio compartí información de arte, tecnología, comunicación, a través de textos importantes y de lo que vi, lo que aprendí con los artistas que entrevistaba. También analizábamos  grabaciones de audio, imágenes, catálogos conseguidos en los viajes de estudio al exterior. Míos y suyos.
¿Saben algo que me atreví a hacer, por esa actitud que siempre he tenido de andar compartiendo lo que aprendo, lo que descubro?



            Claudio Perna se autodefinía como “el artista no  oficial reconocido por la oficialidad”.
Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.



Les pedía a mis entrevistados que por favor dedicaran el catálogo o alguna foto a un creador  venezolano llamado Claudio Perna, quien admiraba mucho sus obras. Eso fue hace 44 años.
Todos me complacían. Recuerdo a Viva –superstar de las películas de Andy Warhol en los 60, videoartista en los 70 y pintora en la actualidad– cuando le estampaba su dedicatoria en una foto que yo misma había tomado después de la entrevista.

Recuerdo también  cuando en la Bienal de Venecia 1976, en el Pabellón de Alemania, le pedí, nada menos que a Joseph Beuys que firmara su catálogo para Claudio. Esa vez me sentía respaldada. Le expliqué a Beuys que en el año anterior (1975) Claudio había participado con Charlotte Moorman en la performance de su obra Infiltration Homogen für Cello, en una playa del Mar Caribe, en Venezuela.

¿Cómo? ¡Eso mismo! ¿Sería una casualidad o una feliz coincidencia? En todo caso, para ambos artistas y para mí fue algo muy grato.

También conversábamos mucho sobre “arte no convencional”, más allá de lo que salía publicado en mis columnas periodísticas en el diario El Nacional( 7° Día, Papel Literario, Cuerpo E), que por supuesto siempre estuvieron abiertas no sólo a los proyectos de Claudio Perna, sino también a las proposiciones de los otros artistas emergentes.

Ahora ¿cómo contarles, en 2017, a los lectores que en aquel tiempo ni siquiera habían nacido, tanta información publicada, y las experiencias compartidas durante la era predigital, analógica o como quieran denominarla?

La información de prensa de esa época sólo se puede medio ver en microfilms que no ofrecen buena calidad. Los  periódicos de Venezuela pasaron a digital a finales de 1995 inicios de 1996.

A pesar de todo, he podido recuperar algunas páginas originales que llevan impresos mis trabajos de  los años 60 y 70 (algunos sobre Claudio) que espero digitalizar y difundir.

En esta oportunidad, quiero rememorar algunas de esas experiencias compartidas y decirles, por ejemplo, qué significaba la fotografía para Claudio, cómo la hacía, qué pensaba él del arte conceptual y del arte en general. O describirles algunos de sus proyectos estelares.



De las “fotos dirigidas” a las imágenes sin frontera

En 1967, esto es, hace medio siglo, Claudio Perna trabajó en varias series de lo que él llamaba fotos dirigidas, con la participación de Gladys Uzcátegui, profesora de fotografía de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela y de quien escribe.



Primera foto dirigida de Claudio Perna en el paisaje. Captada por Gladys Uzcategui, 1967.



Claudio daba algunas indicaciones sobre los encuadres (“desde esta piedra hasta aquel árbol”, por ejemplo) y nosotras capturábamos la imagen en la que aparecía él.

Eran fotografías de la naturaleza, en grandes planos generales, muy abiertos, donde la figura humana quedaba reducida a un pequeño elemento en la inmensidad  del paisaje, cualquiera que fuese: boscoso, urbano, rural. Nunca doméstico.



Serie Naturaleza. Foto dirigida por el artista. Captada por Gladys Uzcategui, 1967.



En el texto Fotografía conceptual, Claudio Perna ( 7° Día 23/07/1973) con impactantes imágenes  desplegadas casi a página completa, gracias al esmero de la diagramadora, Soledad Mendoza, en ese texto informaba que en poco más de cuatro años sacó miles de imágenes  de la realidad objetiva y extraobjetiva: “fotos realistas, fotos mágicas logradas directamente sin cámara, sin negativo. Fotos obtenidas con distorsiones, superposición de positivo y negativo, exposiciones múltiples en tiempos variados, empleo creativo de los  distintos lentes, texturas de papel y productos químicos, colorización a mano, aplicación de calcomanías y cortes en el papel que originaban nuevos volúmenes, sombras, vibraciones, perspectivas insólitas, hermosas obras de arte conceptual”.



Foto sin cámara, con objetos traslucidos sobre el papel. Foto Claudio Perna, 1972.



En su artículo Arte Conceptual – presente del mañana(7° Día 26/11/1972) el mismo Claudio señalaba la necesidad de valorizar en su real dimensión las nuevas obras de arte que algunos calificaban de “loqueras”. Verlas con una actitud nueva y una mente nueva. Decía que los jóvenes saben lo que quieren y no se preocupan por aclarar sus “loqueras”, que en ese nuevo arte los conceptos están por encima de los hechos concretos.



Serie Fotos Dirigidas. El artista con la profesora Gladys Uzcategui.
Captada por Margarita D’Amico, Caracas 1967.



“Es engendro de una aspiración más que de una necesidad contundente. El arte conceptual es el arte de hoy para el mañana. Es un lenguaje nuevo en busca de un alfabeto promisor (…) Sólo partiendo del concepto, con sólida y desinteresada aspiración, alcanzaremos una meta”.

A Claudio le gustaba escribir artículos en la prensa. Yo con gusto los llevaba al periódico para su publicación. Varias veces me acompañó, en calidad de fotógrafo, a entrevistas con personalidades como McLuhan y Polanski. Solía intervenir con alguna pregunta. Sus excelentes fotos salían bien destacadas, con el crédito correspondiente.



Roman Polanski, entrevistado por Margarita D’Amico en Caracas. Foto Claudio Perna, 1974.



Una tarde quiso acompañarme a los estudios de RCTV donde se grababa la telenovela “La Usurpadora”. Cual niño con juguete nuevo se divirtió mucho con los actores e hizo un trabajo fotográfico excelente, que apareció en la revista Kena (19/08/1971).

Arte de botiquín, las pinturas más vistas del país fue otro de mis reportajes periodísticos con fotos realizadas por Claudio Perna (7° Día 29/06/1976).

La obra fotográfica de Claudio Perna ha estado presente en mis publicaciones en muchas oportunidades, asimismo en presentaciones y videos. Estudiantes tesistas de Estados Unidos me han pedido información sobre su trabajo y a todos les mandé material.



Pintura Viviente para la película “Bolívar Sinfonía Tropical” de Diego Rísquez. En el centro Claudio Perna.
Foto Marietta Pérez, 1979.



Claudio nunca quiso que le hiciera una entrevista formal. Pero en los tiempos iniciales de la fiebre de las fotos dirigidas, hace como cincuenta años, permitió que se grabaran algunas conversaciones. Así que para una nota sobre Imágenes sin frontera, (7° Día 07/07/1974), con motivo de su exposición de autofotocopias en Nueva York, rescaté algunos fragmentos en los que hablaba de las imágenes.



La fotografía conceptual, el arte conceptual era para Claudio Perna “el arte de hoy para el mañana”.
Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.



“Nos cuesta trabajo admitir que todo lo que nos forma intelectualmente, de una manera u otra, procede de imágenes. A fuerza de construir imágenes nos olvidamos de la Imagen. Se puede hacer duradero lo fugaz y se puede hacer fugaz lo duradero. Soy incapaz de establecer las fronteras de la imagen”.

“Al reproducir lo fugaz se eterniza la permanencia del hombre. Aun sosteniendo durante toda la vida un punto de vista, nada ni nadie deja de ser transitorio. Soy contradictorio, pero el entendimiento exige prudencia. La prudencia que exige el entendimiento me hace preguntarme si hay quien pueda establecer obligaciones”.

“Sólo el Arte obliga. El arte está siempre por encima de las explicaciones, porque el arte no es un medio. El arte es un fin. Arte es hacer. Hay quienes hacen arte y quienes conviven con él. El lenguaje del artista es su trabajo. El lenguaje de quienes conviven con el arte es la palabra”.

“El arte exige desnudez para podernos vestir con más libertad. Una vestimenta no nos deja libres si se deja la anterior. Dijo alguien que la cultura es una corona que nos ponemos en la cabeza. Me aterra pensar que esa corona se vuelva un garrote vil. No hay misterio que yo sea capaz de entender”.



“El arte no es un medio, es un fin, arte es hacer”. Claudio Perna, 1974.



Hablaba mucho Claudio sobre arte, escribía sobre arte y utilizaba palabras escritas en sus fotos, adentro, afuera, de lado, intervenía toda una foto con palabras. La serie Bianca Jagger es una estrella, es un ejemplo.

Y si de estrellas se trata, Claudio Perna tuvo la oportunidad de participar en performances de Charlotte Moorman, cellista estrella de la vanguardia artística internacional de los años 60 y 70. Fue fundadora y realizadora del Annual Avant Garde Festival of New York, que tuvo 15 ediciones hasta 1980.



Bianca Jagger es una estrella. Imagen intervenida por Claudio Perna, 1974.



Y se presentó en Caracas, como Muntadas, como McLuhan.

Pero esta historia merece un segmento aparte, y aquí está.



Capítulo Charlotte Moorman

Moorman, Muntadas y McLuhan tuvieron un gran impacto en la vida artística de Claudio Perna. Ellos no llegaron a Venezuela por arte de magia.

En esta ocasión sólo me refiero a la primera “M” con la información de cómo fue.

Tuve la oportunidad de entrevistar a Charlotte en Nueva York (Charlotte Moorman, cello libre para un arte único, en 7° Día, El Nacional 20/05/1973) y deseaba vivamente que algún día ella pudiera hacer sus performances en Caracas.

Ese día llegó en abril de 1975. Pocas semanas antes se presentó la oportunidad de sugerirle a Sofía Imber la realización de un Festival de Video Arte en el Museo de Arte Contemporáneo  de Caracas, en el que participarían Charlotte Moorman y otros artistas  internacionales.  Tuve el honor de colaborar intensamente en el concepto y realización de ese evento.



El Festival de Videoarte, con Charlotte Moorman y sus colaboradores venezolanos, significó un avance cultural en el arte contemporáneo de Venezuela. Foto Luciano Perna, 1975.



Todo se dio como había sido previsto. Vino Charlotte con su esposo Frank Pileggi y  Mr. Cello, hizo cinco performances de varios autores.

Para la ejecución de TV Bra for Living Sculpture, de Nam June Paik, Charlotte me pidió que le consiguiera a un artista venezolano que pudiera asistirla en la colocación del TV Bra. Tenía que ser una persona sencilla, de pantalón y camisa “ningún dandy”, precisó. Claudio Perna era la opción perfecta.

Fue así como se produjo el encuentro de Claudio y Charlotte. Con feeling inmediato, resultado excelente, una hermosa amistad y ganas de llevarla a conocer algún paisaje del interior, pues ella había estado en Caraballeda en años anteriores.



El creador venezolano asistió a Charlotte Moorman en la performance “TV Bra for livingsculpture”, de Nam June Paik, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Foto Pascual De Leo, 1975.

Nos organizamos y un día (libre para la cellista) partimos en carro hacía Tucacas, estado Falcón, con la esperanza de grabar en video y filmar en Super 8. Llegamos al final de la tarde. Había poca luz, pero igualmente se hizo lo que queríamos. Yo grabé en video y Claudio filmó en Super 8. Fueron 3 piezas. En la de Joseph Beuys, Infiltration Homogenfür cello, participó Claudio Perna. Las otras fueron ChamberMusic, de TakehisaKosugi y un fragmento de Variaciones sobre un tema de Saint Saensde Paik. En esta última Charlotte, en vez del piano, estuvo acompañada por el sonido del mar.

En suma, Claudio participó en las performances de Charlotte Moorman, en Caracas y en Tucacas y lo hizo con profesionalismo y todo el mundo quedó satisfecho.

Lo que sucedió  con la venida de Moorman (Festival con 58 mil visitantes en 16 días); presencia de artistas internacionales y participación de venezolanos, significó un avance cultural innegable en materia de arte contemporáneo en nuestro país. No podía ser de otra manera.

Además, Claudio tenía experiencia en materia de performance. Me gustaría contarles la que inventó para Expe 1, la película en Super 8 que hicimos juntos en 1970, en su casa, hoy sede de la Fundación Claudio Perna. A lo mejor, será para otra oportunidad.

Por ningún motivo podría dejar de lado los proyectos de arte conceptual. Uno de ellos quizás el más visionario de todos, aún está en espera, desde 1979.



El Domo de Reverón

El proyecto tiene una visión tan actual, como si Claudio lo hubiera escrito ayer y no en  1979.

Hoy, casi finalizando la segunda década del siglo XXI ese proyecto entraría en la categoría de estética espacial, uno de los nuevos paradigmas para la comprensión del arte contemporáneo.

Fue Nikos Papastergiadis quien popularizó ese concepto en 2004. El teórico de culturas digitales, profesor de la Universidad de Melbourne, hablaba también, igual que Claudio, de museos sin muros, nuevas formas de prácticas culturales, nuevas narrativas de espacios y  desplazamientos. Decía que había que repensar lo contemporáneo. Claudio ya había pensado en eso 30 años antes.

Pero veamos  la proposición conceptual de Claudio Perna en el año reveroniano (1979), directamente dirigida al Presidente de la República a través de mi columna Sí y No. Llegó  como una  obra de arte, con los sellos de actividad docente, urgente, comisiones  y una síntesis de lo que significaba Reverón para él.



El Domo de Reverón, proyecto conceptual de Claudio Perna, en espera desde 1979.



Para CP, Armando Reverón es LUZ + LUZ NATURAL + (FOTO) +arte-vida + arte ecológico + diseñador + arte de objetos + místico + mágico + arte animal + pintor + escultor  + modelo + “otro” instrumento + “cámara fotográfica” + action-painter + jeroglíficos + arquitecto espontáneo + monocromo + hombre + artista + genio + loco.

El texto de la proposición dice así:

UNA PROPOSICIÓN DE GEONAVEGACIÓN AL SEÑOR
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

(Los geonautas confían en Presidentes que van a Misa y a Museos y en la participación de la colectividad culta de la sociedad, a las proposiciones de sus artistas).

En el Litoral Central – entre Camurí y Anare – se extienden poco más de siete kilómetros de vía. A lo largo de una estrecha faja de tierra: por un costado, un ancho horizonte, de curvatura terrestre, separa y une AGUA y CIELO; por el otro, un hijo de los cerros que Armando Reverón inmortalizara, en pintura, para el consumo. La cúpula celeste y aérea recubre todos los elementos.

En tal espacio se ha gestado ya, desde décadas, el germen de todo el arte contemporáneo universal de origen no eléctrico. Esta categoría, compartida por claros y jóvenes artistas conceptuales del país, me invita a esta proposición respetuosa:

  • DECLARAR  como “EL DOMO DE REVERÓN” a la tierra del Planeta, a la orilla del Mar Caribe, mar exótico de la cultura occidental, y, como su asiento, a la franja señalada.


  • SALVAR a ese trozo del Planeta, en su sección venezolana, de la intervención destructiva  de construcciones que atenten a la pureza del Domo de Armando Reverón y PERMITIR que los jóvenes venezolanos de siempre tengan días, años, y siglos reveronianos.


  • PERMITIR que esa tierra venezolana, colonizada por España, La Guzmania y El Castillete, por el vaivén de las naves, entonces, SEA ESPACIO ABIERTO desde ahora a la reflexión, experimentación  y encuentro de los hombres POST-ALFABÉTICOS que necesitan AIRE, AGUA y TIERRA PUROS para indagar, como sabios o como enfermos, en los meandros de la manifestación terrenal y celestial, el ARTE y su VIDA.


  • SEMBRAR con uva de playa la costa con la ayuda de niños, jóvenes, y en especial, estudiantes de arte, artistas, fotógrafos, científicos, maestros y amantes de la naturaleza.


  • EL PRIMER SIGLO REVERONIANO, dentro de diez años, nos muestre cuán lejos crecieron el Samán de Güere y la Ceiba de San Francisco, destinados a vivir largamente, más allá del cielo humano, y a  unir, por el acercamiento del espíritu artístico, la fraternidad venezolana de todos los tiempos y procedente de todas las tierras.

Respetuosamente.

CLAUDIO PERNA
Artista venezolano.


Publicado en la Columna Si y No de Margarita D’Amico, El Nacional, Cuerpo E 30/09/1979.



El otro no se fue

En 1979 invité a Claudio a la Muestra de Video del Festival de Caracas, en la que participaban artistas como Diego Rísquez, Luis Villamizar, Carlos Zerpa, entre otros, con mucho éxito. Él no fue.

En años posteriores aparecía, desaparecía, reaparecía. Como siempre estaba concentrado en su trabajo que llegó a ser cada vez más variado, más contundente, más poderoso.

Después no supe más nada de él hasta el día 11 de febrero de 1997, cuando El Nacional publicó “El obrero del arte cerró la fábrica de la vida”. Firmado Rubén Wisotzki.

Puede ser que ese obrero del titular periodístico haya muerto, pero el otro no. El Claudio Perna que está en mi mente y en los sentimientos de las personas que lo conocieron y aprecian su arte, ése permanecerá.



Temístocles López, Diego Rísquez, Claudio Perna y Margarita D’Amico. Foto Luciano Perna, Caracas 1978.



Porque tuvo la visión de hablarle a un tiempo que no había llegado todavía: el siglo XXI. Y ustedes todos, amigos de Toques de Contemporaneidad, son el siglo XXI.

Así que, como ciudadanos honorarios  del futuro que ya llegó, ahora les toca a ustedes conocer a los artistas visionarios del país, en su real dimensión. Hace 30–50 años, ellos dijeron e hicieron lo que otros están descubriendo ahora. Si ustedes son creadores de verdad, deben estar conscientes de lo que hicieron los demás  y luego pegar el salto de sus propios muros. No les queda otra.

Tal vez quieran saber más acerca de este singular artista. Aquí sólo conté algunos momentos importantes de su trabajo. Lo que personalmente vi, conocí, compartí, en una etapa prodigiosa de su vida.

En los años 80 y 90 no compartí experiencias creativas directas con Claudio Perna. Creo que las que permanecen en mis recuerdos, de las décadas anteriores, marcan el tono de lo que fue tan genial artista, uno de esos que nacen cada 200 años.

Les digo que las emociones han sido fuertes al recordarlo. No quiero finalizar este recuerdo sin preguntarme:



¿ Qué fue lo más gratificante?

Lo que más me ha gratificado en los años de colaboración y amistad fraternal con Claudio Perna es que haya escogido mi columna Sí y No (El Nacional, Cuerpo E) para proponer, en primera instancia, algunos proyectos de arte  conceptual, particularmente El Domo de Reverón.

Me complace que el material informativo publicado en mis escritos periodísticos y el que le envié para su archivo personal, haya aportado alguna pequeña centella inspiradora a su trabajo, tan válido hoy como lo fue en los años 70.  Ello reafirma que las ideas  no importa de donde vengan– se pueden compartir, porque simplemente están allí, para todos, flotando en el aire, a la espera de quien las atrape y sepa hacer algo con ellas.

Agradezco las estupendas fotos que hizo de mis entrevistas con McLuhan, Polanski y los reportajes sobre telenovelas y arte de botiquín. También que me haya permitido tomarle algunas fotos en un recorrido por La Pastora, en Caracas, hace cincuenta años, más o menos. A él no le gustaba mucho que lo fotografiaran. En aquella  época.



Recorrido por La Pastora. Foto Margarita D’Amico, Caracas 1968.



Le estoy altamente  agradecida por haberme llevado a los talleres de Alejandro Otero, Mercedes Pardo y Luisa Palacios.

Y super agradecida por darme la oportunidad de disfrutar recorridos inimaginables por la geografía venezolana. “¿ Te has fijado en cuantos tipos de verde tiene la vegetación de este país? Hay que mirar el paisaje en su total amplitud y no fijarse en la ramita que cayó en la carretera”.

Gracias, CP, y hasta el próximo recuerdo.

Vínculos: labohemiahipermediatica.weebly.com

(Fragmentos documentales de videoarte y afines, realizados en Venezuela a partir de los años 70. Presentación PowerPoint Timeline de la imagen sintetizada)
En este mismo blog pueden leer la entrevista a McLuhan con fotos de Claudio Perna, abril 2014.